Bucear en Gordon Rocks, Galápagos, donde los sueños se cumplen
Bucear en las Islas Galápagos, en Gordon Rocks.
Si, Gordon Rocks.
Mucho ha sido el tiempo que ha pasado desde que escuché este nombre por primera vez.
Muchos han sido los días en los que me he imaginado este momento.
Y es que aquí estoy, al este de la isla de Santa Cruz, en las Islas Galápagos.
Y si, frente a mi emerge, violentamente, lo que hoy en día queda visible de lo que fue, miles de años atrás, el cráter de un volcán al que bautizaron con ese nombre tantas veces repetido.
Gordon Rocks.
La leyenda de Gordon Rocks
Desde esa primera vez que supe de su existencia, mi cabeza no ha dejado de imaginarse como sería este momento. Sabía que algún día quería organizar viajes de buceo para poder descubrírselo también a otras personas.
Esta se alimentaba, muchas veces, por lo que uno escuchaba, leía y veía sobre este lugar, que no hacía más que agrandar la leyenda que, poco a poco, se iba creando en la mente de uno, hasta llegar al punto de humanizarlo como si de un ser vivo se tratara, que tomara sus propias decisiones.
Algo así como si de un Kraken hecho de lava solidificada se tratara, cobrandose sus víctimas a placer para satisfacer algún rencor pasado.
Y es que me habían hablado de fuertes corrientes descendientes que te llegaban, sin tu esperártelas, y que te empujaban sin remedio hasta el fondo del océano.
También de gente que tenía que escalar, literalmente, por las paredes del volcán para poder llegar a la superficie con los brazos ensangrentados.
Aunque obviamente esos casos aislados (y muy probablemente exagerados) no eran lo que me había llevado hasta allí, sino esa gente que hablaba de Gordon Rocks como ese lugar en el que todos los sueños se pueden hacer realidad-
Un lugar dónde los bancos con cientos de Tiburones Martillos se te cruzan en todas direcciones, juntos con enormes Mola Mola, Tiburones de Punta Negra, Tiburones de Galápagos, grandes grupos de Rayas Águila, Rayas Doradas o incluso Mantas oceánicas.
En definitiva, Gordon Rocks era todo aquello que le viene a la cabeza a la gente cuando piensa en bucear en las Islas Galápagos.
Y en breve lo iba a comprobar.
Así que con todo esto a la espalda, reconozco que las expectativas estaban muy por las nubes y eso, muchas veces, es peligroso.
Es por eso que, cuando nos subimos a la zodiac, a resguardo del oleaje, en el lado externo de uno de los tres colmillos de roca que hoy sobresalen del mar, yo solo estaba deseando escuchar ese 3, 2, 1, Go para que diera el pistoletazo de salida a la inmersión y dejar de imaginar para sentir y ver con mis propios ojos, de una vez por todas, que narices ocurría ahí debajo.
Bucear en Gordon Rocks
Dentro del cráter, el oleaje aprieta, con lo que en ningún momento la Zodiac se va a detener.
Se trata de entrar todos al agua en negativo para, a unos pocos metros de la superficie, encontrarnos y, ahora sí, empezar la inmersión.
Cuantos días deseando que llegara ese momento y allí estás, resiguiendo las paredes del interior del cráter.
Los ojos bien abiertos y, como te pasa siempre, mucho más relajado que lo que estabas apenas unos minutos antes, en la superficie.
La corriente es leve, nada del otro mundo.
La visibilidad, cerca de la pared, alcanza los 10 o 15 metros.
Lo justo y necesario, piensas, para empezar a ver el festival de tortugas verdes que esperan su turno para que las limpien, flotando sin apenas moverse, a unos pocos metros de ti.
Sabe hasta mal, pero después de unos cuantos días de bucear en las Islas Galápagos, ya apenas ni las miras.
No aquí.
Aquí los protagonistas son otros.
Y es que tu ordenador apenas te marca 3 minutos de inmersión cuando distingues una silueta inconfundible debajo de ti.
Y a su lado otra.
Otra.
Y otra.
Pues va ser cierto lo que dice la gente de este lugar.
Enfrente tuyo, miedosos, como siempre, varias decenas de Tiburones Martillo dan vueltas en el interior del cráter, nadando de lado, con la parte inferior claramente hacia la pared, símbolo inequívoco de que estamos en una estación de limpieza.
Y si, 3 minutos han tardado en aparecer.
El paraíso del Tiburón Martillo
Estos preciosos animales, para los que no hayáis buceado nunca con ellos, son extremadamente asustadizos, sobre todo con las burbujas, con lo que la clave para poder acercarse a ellos es mirar de contener la respiración lo máximo posible (que no me escuche el señor PADI, por favor), y respirar muy suavemente cuando tengamos que hacerlo.
Gordon Rocks es una de las principales estaciones de limpieza de todo el archipiélago, por eso bucear aquí es casi garantía de encontrártelos
Y no a uno ni a dos ni a tres, sino a decenas de ellos.
De eso te das cuenta cuando, intentando seguir al primer banco que ha aparecido, por el rabillo del ojo ves, encima de ti, otra sombra enorme que sin siquiera verla sabes perfectamente de lo que se trata, pero no te ha dado tiempo a dirigir la mirada hacia allí que vuelves a sentir esa presencia pero ahora en la dirección opuesta, y por debajo más, y si, lo pillas rápido: estas rodeado de Tiburones Martillo.
En ese anfiteatro que forma el cráter colapsado de Gordon Rocks, se está representando una obra de teatro mágica, y tu eres el único espectador.
A partir de este momento, esta imagen se repetirá una y otra vez.
Algunas veces uno consigue acercarse hasta le punto de tenerlos a apenas dos metros de ti.
Otras, alguna burbuja suelta hace que todos desaparezcan en una abrir y cerrar de ojos.
Pero sea como sea, sabes que esos 50 minutos que vas a estar debajo del agua no los vas a olvidar jamás.
Una vez ya rodeado todo el interior del cráter, toca salir al exterior.
Antes, por eso, toca pasar por un hombro lleno a reventar de Tiburones de Punta Negra, mucho más inquietantes que los Martillos y es que estos, de vergüenza, poca, y se acercan a ti por un lado y por otro, acelerándote las pulsaciones y si, también el consumo de aire, algo que aquí se ha de controlar más si cabe para no tener que subir a los 30 minutos entre tanta emoción.
Una vez fuera, ya con el azul frente a ti, el espectáculo continúa.
Y en el azul, el espectáculo continúa
Las Tiburones Martillo siguen apareciendo.
También algún Tiburón de Galápagos solitario que patrulla las paredes del lugar en busca de alguna presa despistada, aunque aquí los lobos marinos ya se los conocen y no se dejan atrapar, así como así.
Y vuelve a suceder.
De repente, delante de ti un grupo de grandes siluetas se recortan.
¿Qué narices es eso? piensas.
Y mientras uno afina bien la vista para descifrar de que se trata, su harmónico baile te revela que tienes en frente las preciosas, y enormes, Rayas Águila, posiblemente uno de los animales más bonitos que se pueden ver y que aquí, uno, no se cansaría nunca de observar.
La verdad es que es muy difícil relatar con pelos y señales todo lo que una inmersión como esta esconde.
Y es que el tiempo pasa sin que te des cuenta y una vez estás por debajo de la superficie todo lo demás se detiene, solo importa el aquí y el ahora y disfrutar de ese momento que tanto tiempo has soñado y que, por fin, tienes enfrente de ti.
Y aunque si, es cierto, realmente uno aquí ha de venir buceado de casa porque cada inmersión en Gordon Rocks es distinta y las corrientes en alguna ocasión le pueden jugar a uno malas pasadas, pero este lugar tiene que estar en la lista de todo buceador que se precie porque dudo que existan en el mundo muchos más lugares como estos, donde los sueños, sin duda, se hacen realidad.
Si queréis bucear en las Islas Galápagos y más concretamente en Gordon Rocks, en nuestros viajes del próximo mes de febrero y marzo, realizaremos un total de 6 inmersiones en este increíble lugar.
La primera fecha ya está completa pero para la segunda aún hay algunas plazas disponibles: ¿Te lo vas a perder?
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